sábado, 16 de febrero de 2013

OCURRENCIAS V



Además, lo que pervive sobre todo en la memoria colectiva sobre las épocas y los países a menudo es lo literario, pero no necesariamente o en modo alguno lo hecho con ánimo “realista”.

Hablando de manera muy general, muy de atmósfera, no para eruditos ni para historiadores, diría que la imagen que tenemos de la Inglaterra victoriana es una mezcla de Dickens y de Sherlock Holmes. 

[…] ¿Qué sentido tiene esta preocupación por testimoniar una época, si resulta que lo que queda como testimonial de una época es en gran medida una ficción? A lo mejor hoy en día las cosas cambian, porque hay televisión, porque todo se graba, se registra, se conserva. Hay archivos, también está el cine.

Javier Marías, El destino de la literatura, Acantilado, Barcelona, 1999, pp. 109 y 110.

jueves, 14 de febrero de 2013

EL HÉROE LITERARIO MUESTRA EL MUNDO COMO DE VERDAD ES.



Pero el Héroe Literario, de cuya especie vamos a hablar hoy, es en todo producción de los tiempos modernos […]

Con sus derechos o sus tuertos de autor, en su mísera guardilla, con su ropa raída; rigiendo (porque esto es lo que hace) desde su tumba, después de muerto, naciones y generaciones enteras que quisieron, o no quisieron, proporcionarle el pan mientras vivía, ¡hay que confesar que constituye un curioso espectáculo! Pocas formas de heroísmo podían ser tan inesperadas. 


[…] este mismísimo Literato ha de ser considerado como nuestro personaje moderno más importante. Él, sea como quiera, es el alma de todo lo demás. Lo que él enseñe todo el mundo lo hará, lo pondrá en práctica. La manera de comportarse el mundo con él constituye el rasgo más significativo de la situación general del mundo en cada época. Observando bien su vida podremos atisbar, del mejor modo posible para nosotros, en la vida de estos siglos singulares que le han producido y en los cuales nosotros vivimos y trabajamos.

[…]

Fichte, el Filósofo Alemán, profesó hará unos cuarenta años en Erlangen un Curso de Conferencias en extremo notable sobre este asunto: Ueber das Wesen des Gelehrten (Sobre la naturaleza del literato). Fichte, de conformidad con la Filosofía Trascendental, de la cual era ilustre maestro, declara en primer lugar: Que todas las cosas que vemos o realizamos en esta tierra, especialmente nosotros mismos y todos los demás hombres, vienen a ser una especie de vestidura o Apariencia sensible: que debajo de todo esto reside, como su esencia, lo que él llama la “Divina Idea del Mundo”; tal es la Realidad que “se halla en el fondo de toda Apariencia”. Para el común de los hombres no es reconocible en el mundo semejante Idea: viven únicamente, dice Fichte, entre superficialidades, materialidades y apariencias del mundo, no soñando siquiera que debajo de ellas pueda haber algo divino. Pero el Literato es enviado al mundo especialmente para que pueda discernir por sí mismo y ponernos de manifiesto esa misma Divina Idea: a cada nueva generación se manifestará en distinto lenguaje, y él estará entre nosotros precisamente con el objeto de revelárnosla.

[…]

Con frecuencia en nuestra época oímos quejas acerca de lo que llamamos la desorganización en que se halla nuestra sociedad: acerca de los mal que cumplen su misión muchas fuerzas organizadas de la sociedad; de cuántas fuerzas poderosas se ven actuar de un modo ruinoso, caótico, en absoluto desconcertado. Son quejas harto justificadas, como todos sabemos. Pero quizá si miramos a estos Libros y Escritores de Libros, hallaremos en ellos por decirlo así, el resumen de todas las demás desorganizaciones; ¡especie de corazón desde el cual y hacia el cual circulan por el mundo todas las demás confusiones! Considerando lo que los Autores de Libros hacen en el mundo y lo que el mundo hace con los Autores de Libros, podremos decir que tenemos ante los ojos el fenómeno más anómalo que el mundo puede mostrarnos en la actualidad. […]

El Escritor de un Libro ¿no viene a ser como un Predicador que se dirige no a este o a aquel feligrés, en tal o cual día, sino a todos los hombres de todos los tiempos y lugares? No hay duda que resulta importantísimo que este hombre ejecute bien su trabajo entre muchos que lo ejecutan mal; ¡que el OJO no informe mal, puesto que en tal caso todos los demás miembros andarán extraviados!

T. Carlyle (1795-1881), “Disertación quinta: el Héroe Literario. Johnson, Rousseau, Burns”, en Los Héroes, Luis Miracle Editor, Barcelona, 1938, pp. 197-202.

martes, 12 de febrero de 2013

Ocurrencias IV



Todo escritor —lo quiera o no, y aunque a veces luche contra ello—es cronista del mundo que le envuelve. […] No hay fabulador que se escape de ser cronista. Aunque intente nadar en el absurdo y la desconnotación. Porque la misma voluntad de desconnotación ya connota, ya retrata.

Quim Monzó, en El destino de la literatura, Acantilado, Barcelona, 1999, p. 147.

 

¿QUÉ SON LAS MEMORIAS? I



“Las memorias han de ser —para ser algo— una vida estampada; si fuera posible, de una vez. Vida pero no autovida. Las memorias vienen a resultar lo contrario de la autobiografía. En la autobiografía todo se reduce a uno,; en las memorias, la autobiografía no es solamente de uno, ni siquiera de uno y de todo lo demás, sino de uno en todo lo demás. El quid de las memorias se esconde en este “en”, en cómo funcione o viva la articulación del hombre y lo que sucede.”
Corpus Barga, en Mi familia. El mundo de mi infancia, Madrid, Alianza Editorial, 1979, p.11.

“Entre memorias y autobiografía hay parentesco; mucha gente las toma como hermanas, pero acaso no lleguen a primas. En las memorias se escamotea precisamente la indagación del yo, el proceso evolutivo interno y externo del hombre, la confesión o intimidad. En las memorias, aunque se deje traslucir a veces algo de todo esto, predominan el cuento, la narración de los hechos vividos, las anécdotas, los tropiezos con las gente y las cosas externas de uno”
José Moreno Villa, Los autores como actores, México, Fondo de Cultura Económica, 1976, p.80.