lunes, 3 de diciembre de 2012

JULIO VERNE (1828-1905).


Es una simple coincidencia, y sin duda ello se debe al hecho de que cuando yo he inventado completamente una “anticipación” científica me he esforzado en hacerla tan simple y tan verosímil como fuera posible. La exactitud de mis descripciones se debe al hecho de que desde hace mucho tiempo tengo la costumbre de tomar muchas notas de libros, diarios y revistas científicas de todo tipo. Estas notas, ordenadas por materias, me han suministrado un arsenal de un valor incalculable para mí. Estoy abonado a una veintena de diarios. Soy lector asiduo de publicaciones científicas y naturalmente estoy al corriente de todos los descubrimientos o inventos que se producen en todos los campos de la ciencia, astronomía, meteorología, física o química.

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Trabajo rabiosamente. Me ha venido una buena idea… Es necesario que este desconocido no tenga ninguna relación con la humanidad, de la que está separado. No está en tierra, y prescindirá de la tierra. El mar le basta, y por ello es preciso que el mar le procure todo, vestimenta y alimentos. Nunca pondrá el pie en un continente. Continentes e islas habrán de desaparecer bajo un nuevo diluvio, y él seguiría viviendo como si nada como si nada. Y usted puede creer que su arca estará un poco mejor instalada que la de Noé.

Creo que esta situación absoluta dará mucho relieve a la obra.

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Te decía el otro día que me venían a la imaginación cosas inverosímiles. De hecho no lo son. Todo lo que un hombre es capaz de imaginar, otros hombres serán capaces de realizarlo.

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Vivimos una época en la que todo ocurre, en la que todo ha ocurrido, podría decirse incluso. Si nuestro relato no es hoy verosímil, puede serlo mañana, gracias a los recursos científicos del futuro, y nadie se inclinará a alinearlo entre las leyendas. Además, no se crean ya leyendas en el ocaso de este práctico y positivo siglo diecinueve.

Julio Verne