viernes, 28 de octubre de 2011

TEXTOS DE LA SESIÓN "LOS MITOS SIEMPRE ENCARNADOS"

Le llamaron Brisa, sin ninguna razón en especial. quizá sus padres tan solo querían ser originales, pero se tomaron tan a pecho su nombre que creció siempre liviana, casi transparente, hasta desaparecer cierto día abandonándoles en la duda de si existió alguna vez.
Mar González
Penélope sigue esperando


Penélope espera en la cola del supermercado. Después de veinte años esperando, empieza a creer que ha aprendido a esperar: a esperar a que Telémaco vuelva del colegio; a esperar ese momento libre del día, que nunca llega, para pensar en ella; a esperar a que Odiseo vuelva de su viaje de negocios, a la ciudad de Troya, y le regale ese fin de semana romántico lejos de las costas de Ítaca.  Y sabe esperar porque ha aprendido que una mujer se casa con un hombre y con sus proyectos, y que un hombre se casa con una mujer, y con sus horarios, y con sus normas domésticas, y con sus reproches. Penélope sigue esperando porque solo espera que Telémaco, y tal vez también Odiseo, algún día le lleguen a admirar.
Íñigo Rubio Zavala

miércoles, 26 de octubre de 2011

LO DE ESCRIBIR ES PURO TEATRO.

Lo extraño es que al encontrarnos en el escenario parece que perdemos estas dotes naturales y nos ponemos a actuar a base de deformaciones ficticias. Lo que nos impulsa a obrar en esa forma es el hecho de vernos en la obligación de crear algo a la vista de un público. En el concepto de representación está implícito cierto deber convencional de lo que yo llamaría falta de verosimilitud, porque sentimos que se nos imponen las acciones y los discursos prescritos por un autor, el escenario diseñado por un artista y la producción organizada por un director. Todos estos factores parecen trazarle al actor una ruta de exhibicionismo y de desempeño poco auténtico de un papel. […]
Lo que aquí le pedimos al actor es que en el escenario viva de acuerdo con las leyes naturales, que sea normal. Pero ésta es una meta difícil de lograr porque todo el ambiente que rodea al artista en el escenario lo invita a deformar la realidad.
La base de lo que hemos llamado nuestro “sistema” es precisamente ir en contra de esa deformación artificial, y orientar el esfuerzo de nuestras energías íntimas hacia la senda de las leyes naturales del estado creativo de un ser humano.

C. Stanislavsky, Creación de un personaje, Diana, México, 1992, pp. 321 y 322.

lunes, 24 de octubre de 2011

ALEGATO A FAVOR DE LA CIENCIA FICCIÓN


Hoy —en el mismo día en que escribo esto— he recibido una llamada telefónica del New York Times. Publican un artículo que les envié por correo hace tres días. Tema: la colonización de la Luna.
¡Y me dan las gracias por ello!
¡Por la Luna!... ¡Cómo han cambiado los tiempos!
Hace treinta años, cuando empecé a escribir ciencia ficción (yo era muy joven por aquel entonces), la colonización de la Luna era estrictamente un tema para las revistas pulp con llamativas portadas. Era literatura de no-me-digas-que-me-crea-todas-esas-tontería. Sobre todo ¡era literatura escapista!
A veces pienso en eso con una especie de incredulidad. La ciencia ficción era literatura escapista. Nosotros éramos escapistas. Nos alejábamos de problemas prácticos tales como el béisbol infantil, los deberes en casa y las peleas son los compañeros, para entrar en el increíble mundo de la explosión demográfica, de las naves cohete, de la exploración lunar, de las bombas atómicas, de las radicaciones tóxicas y de la atmósfera polucionada.
¿No era algo grande? ¿No era admirable la forma en que nosotros, los jóvenes escapistas, recibíamos nuestra justa recompensa? Nos preocupábamos de todos los problemas grandes e insolubles de hoy en día unos veinte años antes de que lo hiciera los demás. ¿Cómo podía considerarse eso escapismo?


Isaac Asimov, Prólogo a Visiones peligrosas I, de Harlan Ellison, Martínez Roca, Barcelona, 1983, p. 15.