domingo, 2 de octubre de 2011

DEMOCRACIA "VS" ARISTOCRACIA (I)

El pasado jueves 29 de septiembre (1ª sesión del Taller 2011/2012), al final de mi exposición planteé la disyuntiva entre la literatura democrática y la literatura aristocrática. Una conversación al final de la sesión me persuadió de que había sido poco precisa al referirlas. Espero que Tocqueville ilumine lo que quise trasmitiros.



Imaginemos un pueblo aristocrático que cultive las letras. Las obras de la inteligencia, lo mismo que las cosas del gobierno, serán asunto propio de la clase soberana. La literatura, igual que la vida política, estará casi limitada por entero a esa clase, o a aquellas que más se le aproximen. Esto me basta para tener la clave de todo lo demás.
Cuando un pequeño número de hombres, siempre los mismos, se ocupan simultáneamente de las mismas cosas, se entienden fácilmente y acuerdan en común determinadas reglas principales para cada una de ellas. Si el objeto que atrae la atención de esos hombres es la literatura, pronto someterán las obras del espíritu a leyes precisas de las que no estará permitido apartarse.
Pero esto no es todo: los hombres de quienes hablo pasan toda su vida rodeados de comodidades y riqueza, por lo que adquieren aficiones refinadas y amor a los placeres exquisitos y delicados.
Y lo que más, contraen a menudo una cierta molicie de espíritu y de corazón en el largo y apacible disfrute de tantos bienes, que les induce a apartar de sus mismos placeres lo que en ellos pudiera haber de inesperado o vivo en exceso. Prefieren divertirse a emocionarse; quieren que se les interese, pero no que se les arrastre.
Imaginad ahora un gran número de trabajos literarios realizados por estos hombres o para ellos, y no os será difícil imaginar una literatura donde todo será regular y estará ordenado de antemano. La obra más insignificante será cuidada hasta en sus menores detalles; el arte y el trabajo se revelarán en todo; cada género tendrá reglas particulares de las que no podrá desviarse y que le aislarán de los otros.
El estilo vendrá a ser casi tan importante como la idea, la forma como el fondo; el tono será culto, moderado, circunspecto. El espíritu caminará con paso noble, rara vez con un aire vivo, y los escritores se dedicarán más a perfeccionar que a producir.
Sucederá a veces que los miembros de la clase literaria, viéndose únicamente entre ellos y no escribiendo más que para ellos, quedarán aislados del resto del mundo, lo que les hará caer en lo rebuscado y lo falso; se impondrán pequeñas reglas literarias para uso exclusivo que les apartarán insensiblemente del sentido común y de la naturaleza.
A fuerza de querer hablar de otro modo que el vulgo, vendrán a dar en una especie de jerga aristocrática, tan distante del bien hablar, como el habla del pueblo.
He ahí los peligros naturales de la literatura en las aristocracias.
Toda aristocracia que se aísla enteramente del pueblo llega a la impotencia.

Alexis de Tocqueville, La democracia en América, Alianza, Madrid, 2006, vol. 2, pp. 75-77.