jueves, 4 de abril de 2013

BIOGRAFÍA VI: FOCALIZACIÓN.



¿En qué reside la originalidad de la biografía?



Por supuesto, cabe originalidad, y mucha, en la forma: estilo y estructura. Pero también en la focalización, en escoger un aspecto de la vida del biografiado sobre el que poner el foco y concentrar la atención.



Daria Galateria publicó en Impedimenta  Trabajos forzados. Los otros oficios de los escritores (2011), en cuya introducción escribe una frase que me hace mucha gracia: "muchos escritores, para mantenerse, han tenido que trabajar". La frase se convierte en una sentencia: es dificilísimo vivir de la escritura. Pero no es por esto por lo que traigo aquí a Daria Galateria. Trabajos forzados contiene 24 micro-biografías de 24 escritores. La intención de la autora no es recuperar la vida de los escritores sino hacer un repertorio de los trabajos que tuvieron que desempeñar para poder escribir. Sin embargo, el repertorio acaba explicando vida y obra de los protagonistas.

Mis escritores ficticios tienen también ocupaciones remuneradas. Tengo un escritor que sobrevive como modelo de nariz para anuncios de televisor, su nariz protagonizó la última campaña de Vics VapoRub. También cobra derechos de imagen en una conocida clínica estética por cada rinoplastia. Y sueña con hacer un relato surrealista basándose en La nariz de Gogol. Además reivindica ser el autor intelectual del éxito La nariz de Moritz. Este escritor no me cae bien, y es el malo de una historia que escribí hace tres años. A quien sí dediqué un relato entero es a Ana, poeta, directora de un departamento fantasma: el departamento encargado de diseñar los fallos del pequeño electrodoméstico. Ana ahora anda muy preocupada porque tiene que adelantar en cinco meses la fecha de obsolescencia de los exprimidores. Ayer comenzó a componer una silva, sus dos primeros versos son: "¿Qué hacer cuando dos años  no bastan?/ Olvidar la honradez". Ana es muy mala poeta.


lunes, 1 de abril de 2013

BIOGRAFIA V: "Pido a todo hombre que piensa me muestre lo que subsiste de la vida"



Todas las biografías son inventadas.

Podemos conocer los acontecimientos de la vida de una persona, pero no las razones ni sus casualidades. Sin embargo, la biografía, como todo discurso, tiene éxito en cuanto relato lógico y verosímil. Evidentemente la verosimilitud en una biografía está reforzada por la realidad: el biografiado existe y los datos más importantes de la biografía pueden ser probados. Pero una biografía no es una crónica, de hecho la biografía se constituye como la promesa de contarlo todo de una persona. Uno cree conocer la vida de Rafael Nadal, la tutela de su tío, el divorcio de sus padres, las veces que se ha roto no se qué tendón, las veces que ha ganado tal torneo, los set que ha jugado, los juegos que ha ganado; pero si se publica una biografía damos `por sentado que lo que encontraremos con su lectura es la melodía entre datos biográficos. ¿Es posible? ¿Puede el biógrafo aspirar a razonar la vida de su biografiado? Sí, a razonar sí, a explicarla también, y logrará ser convincente. Pero lo que reproducirá no es la melodía, sino la armonía, la concordancia entre tal y cual dato biográfico. Por supuesto, recurrirá a terceras personas buscando la máxima objetividad, confiará la verdad al amigo íntimo, a la madre, al amante con el que únicamente era “él mismo”, y si se contradicen, apostará por uno u otro: ¿qué tiene más valor, qué punto de vista resulta más fidedigno, el de la mujer o el de la amante? Sea cual sea, el biógrafo lo tiene que tener muy claro: primero, no hay que profundizar mucho, y segundo, o cumples con las expectativas del lector o las rompes de cuajo.

En el primer caso el mejor ejemplo es el de Echenoz que convierte a Emil Zápotec Joseph Maurice Ravel y Nicola Tesla (Correr, Ravel y Relámpagos, respectivamente, todos ellos  en Anagrama) en personajes literarios precisamente por superficial y ligero. En el segundo caso hablamos de otros géneros: una laudatio, una vituperatio o escritura amarillista, oportunista, no sigo, que me pierdo.

Me parece a mí que el buen biógrafo, el que dota de sentido este género, es aquel que convierte a la persona biografiada no en un personaje, sino en un tema, en una tesis, y que hace actuar esa tesis en otros lugares, en otras épocas, que lo descontextualiza, que lo desencarna para volverlo alma. La Folie Baudelarie de Roberto Calasso. Repito. La Folie Baudelarie de Roberto Calasso. Y esa cita de Baudelaire que transcribe al inicio: “Pido a todo hombre que piensa me muestre lo que subsiste de la vida”.

Si el escritor puede hacer de un personaje real y célebre literatura es así. Calasso que es erudito, editor y artista lo escribe: “Innumerables han sido los intentos de someter a Baudelaire a una disección psicológica. Indefectiblemente torpes e inoportunos. La psicología se detiene antes de la literatura, y Baudelarie había ido más allá de la literatura” (p. 93).

Por eso la biografía de un escritor ficticio. Porque inventarse un escritor es encarnar una idea acerca de qué es o podría ser, o debería ser, o debería no ser, la literatura. No hay poética más real que la que se ejecuta, ni más verosímil que la que se encarna.