domingo, 3 de marzo de 2013

PERSONAJES



Cada vez que llega a la casa se quita sus gafas negras y las pone en el refrigerador. Después llena la bañera de agua y la contempla por varias horas. Llora cada vez que ve su rostro anémico reflejado en el agua.
ANTONIO VÁZQUEZ FLORES

John salió del estudio fotográfico con el billete de 20 dólares en la mano. No era la primera vez que le hacía fotos para archivos de fotostock. Alguien “con cara de camionero”. Compró un hot-dog y una lata de coca-cola mientras se secaba el sudor de la frente con un pañuelo ya más amarillo que blanco. Ya en su camioneta Chevrolet, arrancó el motor y se miró en el retrovisor: ancho, curtido y desaliñado, como siempre. Y las patilla rojizas más largas que nunca.
Quince minutos después, John entraba en su despacho del MIT. En la puerta estaba escrito: Departamento de Filosofía de la Ciencia.
SANTIAGO GONZÁLEZ-BARROS

Agarró con fuerza la copa de brandy y removió el hombro acomodándose la cinta del bolso.
Cuando el camarero le tendió las vueltas ella le hizo una mueca de disgusto.
Para ti, niño. No me hagas sacar el monedero otra vez.
Dio un sorbo al líquido ambarino y dejó una huella granate en el borde de la copa. Se le escuchó la lengua moviéndose entre la saliva espesa. Después se reunió con sus compañeros, allí, en la nube de humo, un hábitat viciado y nebuloso para el que encendió un puro y dio una profunda calada. Su voz sonaba carrasposa, como ávida de agua tras días en el desierto.
BEATRIZ S. TAJADURA

Marielu sólo sabía reírse a carcajadas, caminaba por la calle de una manera de la que mi madre decía que parecía que estuviera bailando, y recuerdo que cuando volvía asqueada del despacho de abogados, siempre me amenazaba con pintar las puntas del pelo rosas. “Y si me echan del trabajo —me gritaba mientras se desmaquillaba en el baño— entonces me pintaré todo el pelo de rosa”. Luego sin embargo, cuando me despertaba  por la noche con el cuello dolorido y la encontraba abrazada a la almohada, me fascinaba la fragilidad que desprendía chupando con relamido placer el dedo pulgar de su mano derecha.
ÍÑIGO RUBIO ZAVALA


 * Estos textos fueron elaborados en 10 minutos durante la 3ª sesión del Taller de Escritura Creativa II, Tesis encarnadas.