miércoles, 27 de febrero de 2013

El escritor es un hombre que encuentra sentido a su vida en su poesía.



“Pues éste me parece el cometido principal de la biografía: representar al hombre en las circunstancias de su época y mostrar en qué medida se resiste a ellas, en qué medida le favorecen, cómo a partir de ellas se ha formado una visión del mundo y de los hombres y cómo, si se trata de un artista, poeta o escritor, ha proyectado esta visión al exterior. No obstante, para ello, hace falta algo prácticamente inalcanzable, y es que el individuo se conozca a sí mismo y a su siglo:  a sí para saber en qué medida sigue siendo el mismo bajo todas las circunstancias, y a su siglo en cuanto éste arrastra consigo, determina y forma tanto a quien así lo quiere como a quien no, de modo que probablemente pueda afirmarse que cualquiera, sólo con haber nacido diez años antes o después, se habría convertido en alguien muy distinto en lo que respecta a su propia formación y a su influencia en el exterior.”

 
Con estas palabras justifica Goethe en el prólogo su autobiografía Poesía y verdad (1811). Autobiografía que nace de una carta simulada, ficticia (¡qué grande!) en la que un amigo le solicita:

“Así pues, lo primero que le rogamos es que su obra poética, ordenada en esta nueva edición según cierta relaciones internas, nos sea mostrada en una secuencia cronológica y que nos confíe con cierta interrelación tanto los estados vitales y anímicos que han suscitado su temática como también los modelos que han influido en usted, en no menor medida que los principios teóricos que ha seguido. Aunque dedique estos esfuerzos a un círculo reducido, tal vez de ellos surja algo que también pueda serle grato y útil a otro mayor. Ni siquiera en edad avanzada debe renunciar el escritor al beneficio de conversar incluso en la distancia con quienes han desarrollado una inclinación por él. Y aunque a ciertos años no pueda serle dado a cualquiera el presentarse nuevamente al público con creaciones inesperadas y de poderosos efecto, precisamente a esa edad en la que el conocimiento se torna más completo y la conciencia más clara debería resultar muy entretenida y revitalizadora la tarea de tratar nuevamente lo ya creado y hacer de ello un último tema que contribuirá nuevamente a la formación de quienes antaño se formaron con el artista y con su obra”.

Poesía y verdad, Goethe, Alba, Barcelona, 1999, pp. 19-21.
 
Poco ilustra estos textos la tarea encargada en el Taller de Escritura Creativa I para el 8 de marzo, lo sé. Pero buscando algo que pudiera ayudaros en este fabuloso libro me encontré con un Goethe fundador del Romanticismo pudoroso, ¡pudoroso! Un artista que necesita simular un encargo para justificar la exposición de su vida y su pensamiento. A muchos el título de su autobiografía, Poesía y verdad, les parece un enigma, pero es la prueba incontestable de que Goethe no fue un hombre que escribía, sino que fue un escritor: un hombre para el que su vida sólo tiene sentido si lo tiene su poesía. En Poesía y verdad Goethe busca encontrar un sentido a su vida justificando a través de su vida su propia poesía, y convencido de ser hombre de su tiempo y no un genio original, encuentra este sentido no sólo en sus memorias sino en su pasado y presente históricos. Habría que revisar nuestros prejuicios acerca del Romanticismo desde este texto.

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