jueves, 13 de octubre de 2011

TEXTOS DE LA SESIÓN "TODO LO QUE PODRÍA SER".

Mis ojos parpadean por un instante. Tengo que hacer un esfuerzo para analizar la situación. ¿Dónde estoy? Mi mirada se centra en un gran pastel de chocolate que está colocado encima de una mesa maciza de madera. Pero no es el pastel lo que me llama la atención, son el sinfín de velas que desprenden mucho calor. Alrededor de la mesa está un grupo numerosos de personas. Todos gritan a la vez "¡que sople las velas, que sople las velas!". Caigo en la cuenta de que debe de ser el cumpleaños de alguien, de modo que yo también me uno al coro de voces para no llamar la atención.
Jürg Kaufmann

¿Por qué me mira así la gente? ¿Por qué una vela? ¿Que sople? Qué sensación tan agradable, el aire se abre paso por el pecho. ¿Más fuerte? El soplo se encauza entre los labios, los acaricia, la llama baila al son de mis pulmones. ¿Por qué apagar la vida? Dejadme que la sienta un poco más, ¿por qué esas caras? Dejadme la esperanza.
Patxi Burillo Noain

Se levantan, se preparan el desayuno, se visten, se perfuman, se bañan, se maquillan y vuelve a ser lo que no son, ya no son Sara y Miguel, son Romeo y Julieta en un mercedes hacia el teatro Alcázar.
Iris Viguera Pérez

Época del carnaval veneciano, las socorridas máscaras acuden a disfrazar lo esencial del ser.
Víctor Rivero Mendoza.

Justo en el momento en que pasaba de página y empezaba a leer "Cuando despertó", sonó el timbre. Un impertinente vagabundo me preguntó (¡fíjate qué casualidad!) si conocía aquel relato que él mismo interrumpió. —Ah, es una delicia —no le mentí— ya estoy leyéndolo.
Stéfano Straulio


Lo reconozco, no tuve el coraje para reconocer que en realidad no lo había leído: ella me gustaba demasiado. Para ser sincero, la verdad es que el cuento del dinosaurio me estaba dando auténticos dolores de cabeza. Cuando le preguntaba a alguien si lo había leído, invariablemente, esa persona citaba el inicio del cuento: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí», pero nunca pasaba de ahí. Yo permanecía en silencio, expectante, con la esperanza de que terminaran de contarlo, pero entonces solían añadir: «es genial, ¿no cree?». Y yo contestaba que sí, que sí, que era espléndido. Soy demasiado vanidoso para reconocer mi ignorancia.
            —¡Qué casualidad! —le dije entonces a la culta dama—. Yo también me lo estoy leyendo y, desde luego, me está fascinando.
Iñigo Rubio Zavala

Estos microrrelatos son fruto de unos ejercicios de extrañamiento de lo cotidiano y de los tópicos literarios, realizados durante la sesión del Taller de Escritura Creativa del 6 de octubre del 2011.


2 comentarios:

  1. Os puede interesar:

    Lo peor es lo nuestro.

    http://www.diariodecadiz.es/article/opinion/1089601/lo/peor/es/lo/nuestro.html

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