jueves, 2 de mayo de 2013

TRAICIONES QUE SON LUMINOSAS.





De un lado, tenemos a Kafka y Max Brod, que protagonizaron una de las amistades literarias más sonadas. Se vieron las caras por primera vez cuando Kafka asistió a una conferencia que dictaba un tal Max Brod sobre Schopenhauer; allí nació una fraternidad que traspasaría los límites de la muerte. Brod se convirtió pronto en espejo de Kafka, en su acicate, en el compañero que lo espoleaba y animaba a publicar, hasta el punto de que, después de la muerte de Kafka, y aunque este le rogó que quemase todos sus manuscritos, los conservó y los llevó a la imprenta. Brod, como le había ocurrido a Boscán con Garcilaso, quedó a la sombra de Kafka, pero ha pasado a la historia como su biógrafo oficial, su albacea literario y amigo incondicional. 

Esteban, A. y Gallego, A., De Gabo a Mario, Espasa, Madrid, 2009, p. 105.

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