lunes, 24 de octubre de 2011

ALEGATO A FAVOR DE LA CIENCIA FICCIÓN


Hoy —en el mismo día en que escribo esto— he recibido una llamada telefónica del New York Times. Publican un artículo que les envié por correo hace tres días. Tema: la colonización de la Luna.
¡Y me dan las gracias por ello!
¡Por la Luna!... ¡Cómo han cambiado los tiempos!
Hace treinta años, cuando empecé a escribir ciencia ficción (yo era muy joven por aquel entonces), la colonización de la Luna era estrictamente un tema para las revistas pulp con llamativas portadas. Era literatura de no-me-digas-que-me-crea-todas-esas-tontería. Sobre todo ¡era literatura escapista!
A veces pienso en eso con una especie de incredulidad. La ciencia ficción era literatura escapista. Nosotros éramos escapistas. Nos alejábamos de problemas prácticos tales como el béisbol infantil, los deberes en casa y las peleas son los compañeros, para entrar en el increíble mundo de la explosión demográfica, de las naves cohete, de la exploración lunar, de las bombas atómicas, de las radicaciones tóxicas y de la atmósfera polucionada.
¿No era algo grande? ¿No era admirable la forma en que nosotros, los jóvenes escapistas, recibíamos nuestra justa recompensa? Nos preocupábamos de todos los problemas grandes e insolubles de hoy en día unos veinte años antes de que lo hiciera los demás. ¿Cómo podía considerarse eso escapismo?


Isaac Asimov, Prólogo a Visiones peligrosas I, de Harlan Ellison, Martínez Roca, Barcelona, 1983, p. 15.

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