“Las memorias han de ser —para ser
algo— una vida estampada; si fuera posible, de una vez. Vida pero no autovida.
Las memorias vienen a resultar lo contrario de la autobiografía. En la
autobiografía todo se reduce a uno,; en las memorias, la autobiografía no es
solamente de uno, ni siquiera de uno y de todo lo demás, sino de uno en todo lo
demás. El quid de las memorias se esconde en este “en”, en cómo funcione o viva
la articulación del hombre y lo que sucede.”
Corpus Barga, en Mi familia. El mundo de mi infancia, Madrid, Alianza Editorial,
1979, p.11.
“Entre memorias y autobiografía hay
parentesco; mucha gente las toma como hermanas, pero acaso no lleguen a primas.
En las memorias se escamotea precisamente la indagación del yo, el proceso
evolutivo interno y externo del hombre, la confesión o intimidad. En las
memorias, aunque se deje traslucir a veces algo de todo esto, predominan el
cuento, la narración de los hechos vividos, las anécdotas, los tropiezos con las
gente y las cosas externas de uno”
José Moreno Villa, Los autores como actores, México, Fondo
de Cultura Económica, 1976, p.80.
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