Ningún artista es durante las
veinticuatro horas de su jornada diaria ininterrumpidamente artista. Todo lo
que de esencial, todo lo que de duradero consigue, se da siempre en los pocos y
extraordinarios momentos de inspiración. Y lo mismo ocurre en la Historia, a la que admiramos como la poetisa
y la narradora más grande de todos los tiempos, pero que en modo alguno es una
creadora constante. También en "ese misterioso taller de Dios", como
respetuosamente llamara Goethe a la Historia, gran parta de lo que ocurre es
indiferente y trivial [...] En ningún caso se ha procurado decolorar o
intensificar las verdad de los acontecimientos externos o internos recurriendo
a la propia invención, pues en esos instantes sublimes que la Historia
configura a la perfección, no es necesario que ninguna mano acuda en su ayuda.
Allí donde ella impera como poetisa, como dramaturga, ningún escritor tiene
derecho a intentar superarla".
Stefan Zweig, “Prólogo” a la fabulosa Momentos estelares de la humanidad,
Stefan Zweig, “Prólogo” a la fabulosa Momentos estelares de la humanidad,
Acantilado,
Barcelona, 2006.
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