Comienza el
siglo XIX en España, romántico, con Larra, Zorrilla y Espronceda. Pronto, al
Romanticismo español le sigue a partir de la década de los 40, un serio
competidor: el Realismo; para, a finales del siglo, destacar una nueva fuerza:
el Modernismo.
Son cinco los
rasgos que distinguen el Modernismo de su predecesor:
1.
ESTETICISMO: lo más importante de la obra literaria es la
exaltación de la belleza. Primero, la belleza de la escritura que, alambicada e
intensa, llama la atención únicamente sobre sí misma con profusión de arcaísmos
y epítetos. Segundo, la belleza de un paisaje literario idealizante y lujoso en
el que se suceden palazzi, príncipes,
princesas, magníficos paños de tisú, terrazas de mármol, cabellos dorados y
mejillas pálidas.
2.
CULTURALISMO: el autor se afana en demostrar su
condición culta con reflexiones prescindibles, irrelevantes e incluso,
impertinentes, acerca de obras de arte.
3.
SENSACIONALISMO: “la condición característica de
todo el arte moderno, y muy particularmente de la literatura es una tendencia a
refinar sensaciones y acrecentarlas en el número y la intensidad. […] El mismo
Baudelaire dice que su alma goza con los perfumes, como otras almas gozan con
la música. Para este poeta los aromas no sólo equivalen al sonido sino también
al color. [esta analogía y equivalencia de las sensaciones es lo que constituye
el modernismo en literatura”, Valle-Inclán, Modernismo,
en la revista La Ilustración Española
y Americana nº 22, Madrid, 1902.
4.
SENSUALISMO: precisamente con la intención de
hacer triunfar la sensación sobre el sentimiento, la literatura se vuelve
carnal y erótica.
5.
EXOTISMO: el modernismo muestra su inconformismo
con la sociedad con el gusto por temas artificiales alejados de su entorno.
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