La amistad de Goethe y Schiller representa,
dentro de la cultura alemana, un acontecimiento de carácter simbólico. Por su
significado y sus repercusiones rebasa la mera relación afortunada entre dos
inteligencias excepcionales que supieron congeniar. Supuso, por decirlo con el
lenguaje de la época, un encuentro productivo entre dos espíritus francos de
rivalidad y de envidia, que se fecundaron mutuamente. Quizá el vocablo amistad
designe de manera insuficiente algo de mayor alcance que abarcaría, junto a los
coloquios de alto rumbo, la colaboración y el debate, el afecto compartido por
dos seres de temperamentos harto disímiles. Bienaventurado el escritor que no está solo con los frutos
frecuentemente defectuosos de su inventiva; que tiene quien se los juzgue en
privado, sin pelos en la lengua, cuando aún hay tiempo de mejorarlos mediante
la sugerencia de rectificaciones y cambios; un cómplice que es, además, la otra
parte de un abrazo.
Fernando Aramburu,
Goethe y Schiller: Historia de una amistad, para El Cultural, Prensa Europea S.L., Madrid, 2011
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