POR EL MOMENTO ELEGIDO PARA ARRANCAR:
Aldo Coscia
se tropezó con los escalones al subir al estrado tras haber jurado sobre una
Biblia vieja. Se repuso rápidamente mientras se recolocaba por tercera vez la
corbata. Luego se pasó disimuladamente un dedo sobre un párpado cansado, y fingió
acomodarse en la silla al tiempo que se acercaba el abogado defensor. Nervioso,
saltó de rostro en rostro reunido en aquella sala, rezando para que no hubiese
asistido ninguno de ellos. Pero allí estaban. Se recordó a sí mismo qué era exactamente
lo que no tenía que decir, y aguardó a que se reanudasen los flashes de las
cámaras y que el abogado reiniciase el interrogatorio.
MARÍA
SEGURA USÚA
El golpeteo
de sus propios pasos sobre el mármol aturdía la mente vagabunda de un joven
agente de policía. Aldo Coscia pareció despertar ante una multitud seria que
vociferaba desde sus bancadas. Encontró su mano derecha, sin pensarlo, apoyada
sobre la Biblia. Frente a él, su jefe en el banquillo de acusados que lo miraba
diciendo: “Lo que habíamos acordado, cabrón”. Aldo Coscia bostezó y el juez
abrió la sesión.
VÍCTOR
PEREIRA SÁNCHEZ
POR FUERZA
EXPRESIVA:
Cuando eres
policía hay veces que tienes que tragar. La corrupción es algo más que un
tópico. Si preguntas, te joden. Si hablas, te joden. Si señalas, puedes darte
por muerto. Llega el momento en que ten ven cara de pringado y te ofrecen
protección a cambio de que delates a tu jefe. Si lo aceptas, estás jodido. Si
lo rechazas, estás jodido. Pero calro, hay que elegir, y si te cae tu jefe caen
todos con él y eso conlleva cabrear a mucha gente. Tú tienes que elegir, y eso
supone insomnio, visita a un psicólogo de treinta euros la hora y pastillas
para dormir. Debí hacer caso a mi padre y estudiar medicina.
ALEJANDRO
GALVÁN PADILLA
*Los textos son producto de un ejercicio realizado en el transcurso de la segunda sesión del Taller de Escritura Creativa II.
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